martes, 4 de marzo de 2014

En la expectativa

Que violencia tan inaudita, que dolor tan alucinante, que indolencia tan dolorosa. Sé nos ha prohibido disentir, no hay manera de convivir en paz, pues nuestras propuestas no son escuchadas, ni bien recibidas. No somos considerados como significantes, y créanme, lo somos.

Un gobierno competente cumple con las expectativas, y a veces las supera, el punto es que a la hora de asumir el poder, se asume un compromiso inmediato con un pueblo que necesita atención, necesita que sus derechos se les sean asegurados. No puede haber un gobierno más inaudito que este. Jamás he visto tal nivel de desconexión con la realidad, y esa realidad es que una parte significativa de la población no los apoya.

En un país normal y serio, este gobierno se cuestionaría a sí mismo , el por que no cumple con las expectativas de esa mayoría, simplemente buscaría la aceptación mediante el diálogo, la discusión, el debate. Pero no, no obstante las constantes amenazas a nuestra libertad e integridad física y moral, nos califican de apátridas y escuálidos, cuando lo que queremos  es justicia social, libertad y más competencia de parte del gobierno.

En un país normal, y serio, si al presidente se le es cuestionada su nacionalidad, automáticamente sale respondiendo tal acusación con argumentos sustentables, se considera como sustentable su partida de nacimiento.

Si en un país, normal, cabe destacar, con una situación político/económica estable, llegase a faltar en algún momento comida, les aseguro de antemano que la prioridad del gobierno sería solventar tal crisis, en vez de invertir en hospitales de otros países, o proporcionar sustentos económicos a otras naciones.

Un discurso contradictorio, una visión muy alejada de la realidad en cuanto a la situación del país, un estado de división social increíble, y censura a los medios de comunicación, son algunos de los aspectos que se me hacen resaltantes en este gobierno.

Cabe destacar que la culpa no es únicamente de el gobierno, si no también de una oposición cómplice, y gran falta de seriedad en cuanto a sus líderes en los últimos 15 años. Pero es momento de amarrarse los pantalones, y puedo decir que desde mi humilde punto de vista, veo fuerza y compromiso social para salir de esta realidad que nos aturde cada día más.

El clamor a la justicia y la paz, supera de por sí cualquier cuestionable fanatismo enfermizo que se pueda desarrollar. El amor a esta patria supera cualquier cosa, y sin importar estratos sociales, los venezolanos están en la calle, luchando por sus intereses, no por los de ningún partido.

Agradecería comentarios y recomendaciones de ustedes, lectores a mi cuenta de Twitter: @andreep97

Espero que sea una semana productiva en la calle, y que de esto saquemos mucho más de lo que podemos imaginar.

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